17 diciembre 2012

Nova: La Iniciativa

Nova Vol. 4, 1-3 USA 
Guión: Dan Abnett y Andy Lanning
Dibujo: Sean Chen
Panini; 72 páginas, 3'90€


Aquí tenemos las continuación de las andanzas del único superviviente del Cuerpo Nova, Richard Rider, y su compañera la Mundomente Xandariana, justo donde lo dejamos tras los acontecimientos de Aniquilación.

Por suerte contamos de nuevo para narrarnos su historia al dúo DnA, Dan Abnett y Andy Lanning, quienes ya demostraron saber tratar al personaje y su entorno. Aquí no van a ser menos, y nos presentan a un Richard al borde del colapso debido a su negativa a tomarse un respiro, ya que es el único que puede atender a las miles de llamadas de socorro como consecuencia de la destrucción dejada a su paso por la oleada aniquiladora, que antaño deberían ser contestadas por un nutrido ejército de policías Nova. Reflejan y transmiten bien la pesadez que ha de suponer la carga de dicha tarea, ya que un breve descanso para retomar el aliento puede costar demasiadas vidas. Sin embargo Richard es un hombre, a pesar de su enorme poder actual, y como todo hombre, al final sólo quiere tomarse un respiro y regresar al hogar.

Una vez en la Tierra el trabajo de los guionistas es realmente bueno, haciéndonos asistir a los acontecimientos de la Guerra Civil como si fuéramos el propio protagonista, totalmente desconocedores de lo sucedido: ponen en contacto a Richard con su ex-compañero de los Nuevos Guerreros, Justicia, que no sólo es el encargado de relatarle la masacre y la persecución de superhéroes, sino también la muerte de sus antiguos compañeros, y de su antigua pareja; le ponen en contacto con Tony Stark, sin el maniqueísmo con que otros autores le tratasen durante este evento, dándole la oportunidad de unirse a La Iniciativa; también lo enfrentan a los Thunderbolts, con las consecuencias que dicha persecución tiene sobre su concepto de la iniciativa antes mencionada y con el inevitable encuentro con su trastornado ex-compañero, que ahora responde al nombre de Penitencia; y por último, le harán volver al hogar familiar, para ver que quizá el recibimiento no es el que esperaba, y que en el planeta Tierra las cosas han cambiado más de lo que desearía, e incluso de lo que puede llegar a asumir tras los problemas a los que se ha tenido que enfrentar. Todo ello magníficamente dibujado por Sean Chen, una elección perfecta que realiza un gran trabajo, sabiendo dotar a cada escena de la ambientación adecuada y resolviendo las batallas con efectividad y espectacularidad, recordando en ocasiones al gran Steve McNiven de la Civil War.

En definitiva, el equipo encargado de esta colección conoce al personaje y sabe tratarlo, y actuar en consecuencia a los actos que ha tenido que llevar a cabo en el espacio y la evolución que ha experimentado, por lo que cierran esta saga de la mejor forma, con un Richard Rider que vuelve a donde pertenece ahora, para seguir salvaguardando el universo.

13 diciembre 2012

Harbinger: Omega Rising

Harbinger 1-5 USA
Guión: Joshua Dysart
Dibujo: Khari Evans, Lewis Larosa y Matthew Clark
Valiant; 128 páginas, 14'99$


Segunda serie de Valiant a cuya lectura me apunto y que paso a reseñar (la anterior fue X-O Manowar), a ver si hay algún indeciso que aún duda en darle una oportunidad a los cómics de esta editorial, que está retomando todo un universo superheroico muy a tener en cuenta si la calidad se sigue cuidando como hasta ahora y las ventas acompañan, ya que tienen un futuro muy prometedor.

En el mundo hay tres clases de personas: los normales, los latentes, y los Harbinger. Los primeros son personas como tú y como yo sin ningún poder especial, los segundos tienen un poder potencial esperando a ser despertado, y los Harbinger son personas como Peter Stanchek, nuestro protagonista, cuyos poderes despertaron sin más un buen día. Para Peter, a pesar de estas habilidades, la vida no ha sido fácil, ya que es huérfano y ha estado dando bandazos por el mundo de institución a institución, y en la actualidad se encuentra a la fuga junto a su amigo Joe, perseguido por la policía y un agente que no está dispuesto a darles un segundo de respiro. Aquí es donde comienza la historia.

Empezamos viendo cómo se las ingenian estos dos amigos para sobrevivir en el día a día, sacando partido de las habilidades especiales que posee Peter para conseguir comida, alojamiento, o incluso drogas. El guionista nos va presentando los diferentes recursos de los que hace gala el protagonista, un amplio repertorio de habilidades psíquicas a las que sabe sacar provecho, mientras nos relata la persecución a la que es sometido Peter a la vez que nos presenta a otros protagonistas de la historia que más tarde irán confluyendo en un mismo punto, como el Monje Sangrante y Toyo Harada, que se presenta ante Peter como un igual (Harada es también un Harbinger), y le ofrece ayuda con su escapada y tras esto, unirse a él para descubrir el alcance real de sus poderes y el control de éstos, sin tener que seguir reprimiéndose como hasta ahora. 

Dysart va precipitando los acontecimientos hasta que por fin vemos la conexión y las posiciones de todos los personajes en el tablero, una vez  que asistimos por primera vez  a las instalaciones de Harada. La trama es interesante, no demasiado original pero sí lo bastante atractiva tanto argumentalmente como por ese tono gris que envuelve a los diferentes miembros de la compañía (si bien las intenciones de Harada son demasiado visibles mucho antes de la escena de la sobredosis) y de la escuela, así como por la profecía que nos presentan con nuestro protagonista como desencadenante de una catástrofe mundial. Estos primeros números son entretenidos justamente por coquetear con las posibilidades de esta profecía al presentarnos a Peter como una persona sin malas intenciones en apariencia, pero con una doble y (volátil) moral que es la que crea verdadero interés en la historia. En apariencia nada nuevo en este cómic tras estos primeros números, pero lo suficiente para hacer interesante sobre todo los derroteros que puede tomar la historia.

El dibujo en esta colección es el gran punto oscuro de la serie, ya que el trabajo de Khari Evans (no sé muy bien cuáles son las labores de los otros dos nombres acreditados en este sentido) es bastante mediocre. Su trabajo parece ser todavía algo verde, alternando buenas páginas con viñetas muy desacertadas, descuido en las caras (que sin embargo en ocasiones muestran una expresividad adecuada a lo que vemos), o su verdadero punto flaco, las construcciones, que dan el pego cuando se ven claramente que las imágenes son reales y tratadas, pero sobre ellas se distingue el verdadero trazo del dibujante, y ponen de manifiesto esta grave carencia. Aparte, sus personajes son demasiado planos, a lo que ayuda el regular trabajo al color de Ian Hannin, y que podía haberse visto reducido por un buen entintado que le diera volumen a sus figuras. Este apartado es para mí un aspecto muy negativo del cómic, en ocasiones me ha parecido incluso un trabajo amateur sin pulir.

En principio, esta primera saga es una buena presentación de las cartas con las que se va a jugar en esta serie, si bien el verdadero potencial de Harbinger necesitará una mayor agilidad e ingenio en la escritura y estructura (la materia prima es buena, ahora hay qjue saber aprovechar estos ingredientes), pero sobre todo un buen dibujo acorde con lo que se espera de un producto que quiere llamar la atención, y demostrar así el cuidado que está poniendo Valiant en sus colecciones para atraer lectores de las dos grandes gracias a una propuesta similar en cuanto a temática, pero con el punto a favor de que cada colección se mima como el resto.

10 diciembre 2012

Aniquilación

Guión: Keith Giffen, Dan Abnett & Andy Lanning, Javier Grillo-Marxuach, Simon Furman
Dibujo: Scott Kolins, Ariel Olivetti, Kev Walker, Gregory Titus, Renato Arlem, Jorge Lucas, Andrea Di Vito
Panini; 3 tomos de 144 páginas a 9'25€ y un tomo de 160 páginas a 9'75€


Vuelvo a leer este crossover que tan buenas sensaciones me transmitió hace ya cuatro años, que mientras pasaba semi-desapercibido debido a la guerra civil que se libraba entre los más famosos nombres de Marvel, nos demostraba que más allá de los cielos del planeta Tierra también tenían lugar encarnizadas batallas que no sólo decidirían el transcurso de la historia, sino la existencia misma del Universo.

Comandadas por Keith Giffen, gran guionista con una amplia y meritoria carrera en solitario, pero sobre todo recordado por su Liga de la Justicia junto a J.M. DeMatteis, las series de este evento entran en un terreno que no le es para nada desconocido al autor completo como son las epopeyas cósmicas, de ahí la idoneidad de que sea él el encargado de coordinarlas y guionizar la línea argumental principal. Iniciadas con el prólogo a su cargo y dibujado por Scott Kolins, Giffen crea una amenaza que consigue hacer temible e incontrolable, dando lugar a la destrucción de algunos de los mayores imperios (como el Skrull), algunas de las más antiguas creaciones que existen en el universo (como las Kyln), o de una civilación por completo y de su cuerpo interestelar de protección (como Xandar y el Cuerpo Nova). Así, el prólogo inicia el evento por todo lo alto con grandes dosis de destrucción, trayendo la desgracia y un poder inimaginable que difícilmente intuimos cómo va a ser posible detener.

Tras este potente prólogo, se nos empezarán a contar las historias que tienen lugar en distintos puntos del universo como consecuencia de la oleada aniquiladorra. Las diferentes series (Nova, Super-Skrull, Estela Plateada y Ronan) mantienen el aire de grandeza de la narración, destacando sobre todas ellas la escrita por el dúo formado por Dan Abnett y Andy Lanning, la serie protagonizada por Richard Rider en el que vemos cómo el ex-Nuevo Guerrero afronta lo vivido en primera persona en la Zona Cero de la Aniquilación, Xandar, así como al enorme poder que ha heredado tras la extinción por completo del Cuerpo Nova y unirse a la Mundomente. Todas mantienen el nivel de grandiosidad, como no podía ser menos dado el poder de los diferentes protagonistas, si bien no consiguen el mismo resultado a los guiones que las historias de Giffen y del tándem DnA. La epicidad está asegurada, y son buenas lecturas, pero demasiado alargadas para sólo contarnos ciertos detalles de relevancia y la actual situación de algunos personajes una vez lleguemos al eje central del evento, la propia Aniquilación; pero como en la edición española nos las tragamos todas juntas pues oye, tampoco hay demasiado reprochable en ellas (aparte del dibujo, que me ha parecido de bueno a cumplidor, y bastante pobre tanto en Estela Plateada como en Super-Skrull) en casi todas ellas) ya que complementan muy bien la lectura principal y desarrollan de manera interesante a sus protagonistas, siendo lecturas amenas y mostrándonos la idiosincrasia propia de cada personaje a los que desconocemos por completo la parcela cósmica de Marvel.

Llegamos a Aniquilación, y tenemos a todos los personajes listos para cumplir su papel en la función. Giffen crea una historia en la que cada uno de los protagonistas tiene su momento, y todos van a ser parte importante en los diferentes escenarios en los que tiene lugar una guerra. Su narración nos muestra los diferentes frentes, las diferentes apuestas por intentar frenar la oleada aniquiladora y acabar con Annihilus, siempre con grandes momentos sin descuidar por ello los diálogos y a los personajes, que son los grandes protagonistas. Y es que más allá de haber creado un gran evento, y una gran historia, éste es el gran mérito de esta saga, el de cuidar a unos personajes bien tratados, actualizarlos y ponerlos al día, y presentárnoslo no sólo a los desconocedores, sino devolverlos a primera plana para aprovechar su potencial y reivindicar que se pueden hacer buenas historias con ellos. Aniquilación deja un buen sabor de boca, pero además de ello hace que conectemos con sus protagonistas, y que queramos saber más de ellos y de cómo afrontarán las consecuencias de lo sucedido, qué nuevos desafíos se presentan ante cada uno dado el nuevo statu-quo de muchos de ellos, y en qué desembocará esa página final que cierra la saga con promesa de que la ola aniquiladora no ha hecho más que empezar.

04 diciembre 2012

Dilemas de la pila de lectura

Mientras pensaba cómo encarar una reseña para plasmar con palabras lo visionaria que me ha resultado la miniserie del Escuadrón Supremo de Mark Gruenwald, volvía a colocar en la estantería los dos tomos y me di cuenta de que tengo bastante material "antiguo" que aún no he leído, como la (cancelada) Biblioteca Marvel de Lobezno, el Arma X de Barry Windsor-Smith, el ClanDestine de Alan Davis, Operación Tormenta Galáctica, el Nick Furia de Steranko, el Daredevil de Miller, el Hulk de Peter David, el Sandman de Gaiman...

Para disminuir mi pila de lectura nunca me he marcado ninguna norma o regla que anteponga unas lecturas a otras pero, inconscientemente, siempre he dado prioridad a material reciente, e incluso a números de series que acaban de ser lanzados en mi "pila digital". Al material más antiguo, los llamados clásicos de los que todo el mundo habla, o las etapas míticas que "hay que leer" ya sean de hace décadas o del último lustro, por algún motivo siempre acaban relegadas a un segundo plano, a una suspensión infinita. Quiero pensar que es el miedo a la decepción, ya que si la última grapa de Ultimate Spiderman o el último número de Uncanny X-Men me parecen bazofia, pues lo guardo o lo borro del disco duro y me quedo tan ancho, pero ¡ay si Watchmen o Maus me llegaran a defraudar! ¿Cómo cuento yo esto delante de otros aficionados a los cómics? Una cosa es criticar a un Millar o a un Bendis, pero a un Moore (y eso que el barbudo también tiene morralla a sus espaldas)... Por suerte con estas dos míticas obras no se ha dado el caso (es casi imposible que no maravillen a cualquier aficionado, e incluso con Maus a cualquier otra persona completamente ajena), pero me ha pasado con otros cómics que tanto la crítica como muchos aficionados ponen por las nubes y a mí me han sabido a poco. Por poner algunos ejemplos, y matizables en diferente grado cada uno de ellos, el Superman de Byrne, el Predicador de Ennis, el Y, el último hombre de Vaughan, la Wonder Woman de Azzarello, el Alias de Bendis... Con eso no quiero decir que me parezcan malas, y sé reconocerles cierto mérito intrínseco de manera ajena a la sensación que me hayan dejado, pero en estos casos lo que he pensado tras sus lecturas ha  sido "¡Meh! No está mal, pero tampoco es para tanto...".

Pero a lo que iba, que me voy por las ramas. Que a veces se me hace muy difícil leer material que ya tiene cierto tiempo, frente a cuya lectura llego condicionado por todo lo que se ha hablado sobre ellas, por todo lo que han supuesto para determinada cabecera o personajes o para el propio medio, y a mí, sinceramente, me da un poco de pereza. No es porque mi opinión vaya a verse influenciada (que también puede llegar a pasar), es porque prefiero llegar "virgen" a una lectura, ya que me satisface mucho más descubrir una joya por mí mismo, eligiendo una lectura al azar, que lanzarme a la lectura de La Cosa del Pantano o Los Invisibles, cuyas historias, estilos y temáticas conozco en gran parte por lo que he ido leyendo a través de diversas webs y reseñas, o por las impresiones de otros lectores de cómics. Sin embargo, a pesar de todo lo que pueda conocer con anterioridad de una obra, luego puedo llegar a disfrutar como con ninguna otra obra con la forma en la que es contado, con la narración, con la plasmación gráfica de unas ideas geniales, o con la experimentación formal y conceptual.


Sé que es un mecanismo de defensa algo estúpido, pero creo que en parte es entendible y seguro que a más de uno le ha pasado y no soy tan bicho raro, ¡o eso espero! Al final, tarde o temprano quiero pensar que leeré todos estos cómics que acumulo, y sé que muchos de ellos me harán sentir cosas que pueden no llegar a repetirse. En mi pila seguro que hay muchas sorpresas escondidas, y puede que algunas de ellas me deparen menos sorpresas debido a la reutilización de fórmulas, pero es totalmente necesario acudir al pasado, a los precursores de nuestras actuales lecturas, para disfrutar al máximo con esta afición. Seguro que, al final, cuando lea algunas de las obras maestras que aún me aguardan, de lo que más me arrepentiré no será de haberlas dejado esperar tanto tiempo, sino de que no puedan volver a hacerme sentir lo mismo que la primera vez, y estoy casi seguro que a eso se reduce todo: al miedo, una vez más, de perder la virginidad. Y es que en esto de los cómics aún soy una ingenua colegiala que no sabe lo que se esconde tras esas tapas duras...